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En medio de la nada, en mi torre de vigilancia de incendios forestales y en un entorno privilegiado, el silencio y la naturaleza hacían que las palabras se escribieran solas.
Las ideas surgían fácilmente. Todo parecía estar por decir, y las largas horas en la torre de vigilancia ayudaban a la inspiración.
Hace poco tiempo, colocando cosas en casa encontré este papel. Una sonrisa asomó a mis labios en recuerdo de este ilusionante proyecto, que sigue vivo en estado latente. Mi mundo forestal en un montón de ideas que quería contar, plasmado en un simple papel. Un borrador de una idea que surgía mientras miraba el monte que me rodeaba. Los pinares de Traspinedo y Santibañez de Valcorba en Valladolid, fueron mudo testigo de ello.
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Es natural que la inspiración surja cuando estás en el entorno que te pertenece. Rodeada de tu medio, como para mí lo es el monte.Todo lo que has aprendido y tu propia experiencia personal sale a borbotones, y con ello las ganas de contarlo al público general de manera asequible, lejos de tecnicismos solo aptos para eruditos.
Todos los sectores tienen sus secretos y realmente puedes llegar a amar tu trabajo cuando los conoces. Pero en muchas ocasiones unos sectores destacan más que otros. Desde este blog he alzado la voz en varias ocasiones para defender el sector forestal. Que es realmente un gran desconocido para el público general. En redes sociales nos acusan al sector de no darnos a conocer en condiciones y que con ello perjudicamos al medio ambiente. Nuestra profesión no es algo que suela salir en las noticias o redes, salvo en los veranos cuando se habla de las tragedias forestales de los incendios. O como todos los otoños, con el decomiso de setas que han sido recogidas sin licencia o mafias que explotan el monte... Pero nuestra profesión es mucho más que eso.
Poco se sabe de todo el trabajo de gestión que se lleva a cabo desde este sector. Salvo alguna iniciativa televisiva que lo saca un poco a la luz. O cuando lo sufrimos en nuestras propias carnes.
Por otra parte, cuando camino por el pinar de Aldeamayor de San Martín, puedo ver que hay setas pisoteadas y pateadas. Si esas personas que lo hacen supieran que el simple acto de dar una patada a una seta que no es un niscalo puede traer consecuencias para la naturaleza, seguramente no lo harían. Por eso, y nuevamente desde aquí, destaco el papel de la educación en casa por el respeto a la naturaleza y la enseñanza de las ciencias forestales en los colegios. El conocimiento es poder.
Reconozco que tengo poca fé en la humanidad, pero al mismo tiempo confío en que las pequeñas acciones que surgen para ayudar a nuestro entorno calen en la sociedad y se instalen como costumbres saludables que nos garanticen un futuro mejor.
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